jueves, 14 de febrero de 2013

Sin muchas estrellas en el cielo


Hoy el amor se le sale por los poros hasta al más pinto. Y aunque no quieras te envuelves en la nube. Yo no soy muy esperta en la materia porque no he tenido toda la suerte del mundo si de amor se trata, pero altera que siempre haya un escéptico que diga que en pleno siglo 21 el amor ya no existe y ni pensar en regalar flores. !Loco! Deberían decirle loco, porque aún en esta época, tan rara, la gente cree en el amor y hace de todo por amar.
Este tiempo hace que me acuerde de mi primer encuentro con ese niño caprichoso que todos llaman Cupido. Fue... hace tiempo, no soy tan vieja, pero ha llovido. Era muy joven e ignorante en esa clase. Había otro niño, o mejor dicho adolescente, que cierto día me regaló una flor. Al otro, me dio una carta de “amor”, decía mi mamá porque para mí eran tonterías lo que él hacía. Luego, me acompañaba, me cuidaba.
En un principio me pareció baboso, latoso y no lo soportaba, pero poco a poco me fue gustando. No entendía muy bien que era aquello, pero me agradaba.
Me fui acostumbrando a sus flores en las mañanas, a su saludo, a su forma de pararse en la esquina para esperar a que yo pasara... a todo lo que hacía.
Pero que va, era imposible que eso fuera amor. No hubo mariposas en el estómago, ni muchas estrellas fugaces en el cielo como me decía mi abuela cuando me explicaba lo que era amar. Esto era distinto más sencillo que en las novelas y menos doloroso y complicado. Claro, era ingenua y nadie me contó que las complicaciones viene con la adultez.
Pero bueno, volviendo al primer amor, como todo lo bueno y bonito duró poco. No pasó de los encuentros en la escuela y las cartitas furtivas en el aula. Eso sí, lindo, lindo. Pero como hay esquemas que en esta vida no se pueden violar, el niño hace caso de lo que dicen los padres y hombres de la familia y debe tener muchas, muchas... novias.
A mí todavía no me gusta eso de que si eres mi novio le mandes cartas y flores a otras mujeres. De eso sí me habló mi abuela y me explicó que si era un amor con estrellas en el cielo y todo lo que dicen los cuentos, debía ser con una sola persona y para siempre.
A lo mejor, como en el mío no vi muchas estrellas en el cielo cuando nos conocimos, estaba destinado a perecer en el intento.

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