Ella detuvo su paso. Miró las huellas que poco a poco se perdían en el viento y notó que ninguna escogía un camino. Todas se perdían por trillos, lagunas, carreteras... Y otras danzaban en círculos ignorando a la masa. Pero ella, ella que había sido criada sobre una línea recta, debía escoger, tenía que escoger. Su mente enfrentaba toda una guerra: seguir a los demás o seguirse a sí misma.
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