No se lo digas a nadie, pero quiero portarme mal.
Quiero portarme mal para no ser más la chica educada que te saluda cada mañana, que apenas te sonríe o conversa contigo; para no ser más la frígida que casi no dice lo que piensa o que cumple, mejor que nadie, las normas sociales.
Disculpa si te decepciono, pero hoy me levanté con deseos de portarme mal y con unas ganas tremendas de arrancarte los buenos días con besos y mordeduras, de darte un abrazo y retenerte por un segundo, pero un segundo mio, y decirte a la cara: me gustas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario