miércoles, 12 de diciembre de 2012

Chávez me hizo llorar

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Desde que el locutor anunció el enlace a Venezuela, el pasado sábado en la noche, me imaginaba lo que sucedería. Sus ojos lo confirmaban, sus compañeros de mil batallas, sin percatarse, lo anunciaban: otra vez el cáncer invadía la vida de un hombre singular.
Sus palabras sonaban a esperanza, con cierta dosis de tristeza, pero eso sí, alentadoras y dirigidas para ese mar de pueblo que le sigue.
Chávez no mostraba su dolor, más bien cantaba, sonreía, arengaba a la unidad, mostraba el camino a seguir si él no sobrevivía. Pero lo hizo. Ya fue operado y hasta ahora todo está bien. Se recupera poco a poco y su gente desde las calles, desde su casa, desde Cuba, desde el mundo, detrás de la computadora, del celular, hasta en el pensamiento lo cuidan y piden por su salud.
Chávez me hizo llorar aquella noche, no solo por la nefasta noticia, sino también por ser tan único, tan tenaz, tan fuerte ante una enfermedad que doblega a cualquier hombre, menos a él.


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