Cuando una va por ahí con el hambre guardada de todo un día en el estómago y con el antojo de comer algo dulce, no puede hacer otra cosa que arremeter contra la primera dulcería que se tope.
Bueno, no tan así porque si es a fin de mes hay algunas que ni se miran. Pero a lo que iba: cuando una va así con la mente puesta en el dulce y se lo compra, pero a la vez debe regresar corriendo a su puesto delante de la computadora porque debe entregar más cosas, no se detiene en finezas y se lo devora en plena calle, sin pensar en polvos o contaminantes; se lo come y lo disfruta porque en cuestiones del estómago no se manda.
Y allí durante el orgasmo alimenticio siempre aparece alguien, casi siempre un hombre, y te interrumpe el proceso con frases como: "¿mami tienes hambre?,o mami seguro está tan dulce como tú, o niña que boca, o mamita dame que yo también tengo hambre, o mami que rico tu comes,o yo te embarraría con ese merengue todo el cuerpo, o.... muchas otras ideas que te cambian el hambre por unos deseos locos de entrarles a "mordidas" a ellos.
Pero no lo haces, y sigues comiendo y pensando: ¿por qué nadie te pregunta si quieres que te compren otro?
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