De una callada manera se adentró Pablo Milanés a
la plaza de San Juan de Dios para regalarle al pueblo camagüeyano, en medio de
una velada veraniega cargada de lluvia, las canciones de siempre con un derroche
de amor que me supo a primavera.
Cerca de una hora, enfrentando a la insistente llovizna, estuvo Pablo, junto a miles,
cantando, recordando y compartiendo con un público que se dejó embriagar con
temas como Yolanda, para corear junto
a él “te amo, eternamente, te amo”, a pesar de la ya anunciada brevedad del
mismo.
“Es el mismo Pablo”, gritaban los pensamientos de miles de los presentes
que esperaban escuchar algo de su nuevo disco, del cual él no quiso hablar, más bien prefirió tocar el
alma con Los días de gloria, Años, El tiempo pasa, De qué callada manera, Algo más que soñar…
Han pasado tres años de su última visita por esta ciudad y, a pesar de
tener la misma magia, esta vez, todo me sabía diferente. Llegó con un dejo de nostalgia por las
glorias pasadas, tal vez la subcomentada "enfermedad" ne hizo mirarlo con otros ojos y escucharlo con otro corazón porque quería que fuera el mismo.
Pos suerte para él fue “bellísimo, con una especial
significación por el mal tiempo, por la lluvia que el público ha aguantado y
nosotros, por supuesto, hemos tenido la voluntad de cantar porque ante este
pueblo había que cantar.
“El concierto no fue extenso pero hemos quedado satisfechos y con lluvia y
todo ha sido bonito, muy hermoso”.
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